El suicidio es uno de los mayores problemas de salud pública de España pese a que haya sido un tabú durante tantos años. El movimiento asociativo y los supervivientes esperan que este sea el año en el que se empiece a luchar verdaderamente contra él: hay mucho trabajo por hacer para entender el sufrimiento, hablar de él y prevenir los suicidios.

(EXTRACTO DEL ARTÏCULO PUBLICADO POR BEATRIZ ASUAR GALLEGO@BEAASUARGALLEGO en @Publico.es 7/9/2020)
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Factores de riesgo: intentos previos, sexo, edad o desigualdad
Hay muchos factores de riesgo. Canet señala que el primero es haberlo intentado antes. En torno al 50% de personas que se suicidan ya lo habían intentado previamente. No hay datos oficiales sobre estos intentos en España, pero Anseán explica que la cifra puede estar entre 70.000 y 80.000 al año. El psicólogo lamenta que no exista ningún sistema de información que permita conocer estos datos pero que, por estudios e investigaciones, se calcula que hay 20 intentos de suicidios por cada muerte. Además, se calcula también que entre los mayores de 75 años hay una muerte por cada tres o cuatro intentos. En el caso de los jóvenes, sería una por cada 200.
Por esto, la exministra Carmen Montón destaca como un éxito cómo se ha actuado sobre las personas que lo habían intentado desde País Valencià. Montón impulsó este plan cuando era consellera de Sanidad Universal y Salud Pública. «Es un grupo muy identificado sobre el que hay que actuar. Se tiene que ir a buscar a estas personas, ofrecerles ayuda y herramientas. A ellas y a todo su entorno», explica a Público.
El segundo factor de riesgo es ser hombre. Ellos mueren por suicidio tres veces más que las mujeres pese a que ellas lo intenten más veces. Una de las diferencias es que los hombres utilizan métodos más letales, pero también porque ellos exteriorizan menos sus emociones por los estereotipos y cánones del sistema patriarcal.

La edad y las etapas de la vida son otro. González pone el foco en la adolescencia y en la juventud durante la pandemia. «Han visto cortadas sus relaciones sociales y se enmarcaron en una vida más individualista que tiene que ver con Internet. Han crecido las adicciones sin sustancias como al juego online o a la pornografía, pero también con la incertidumbre por el futuro o la precariedad que no permite embarcarte en un proyecto de largo plazo», argumenta.
Pero no es la única edad en la que hay un factor de riesgo mayor. Natalia Lorenzo, psicóloga y socia fundadora de la Asociación Papageno, explica que en la mediana edad entran en juegos muchas rupturas familiares o crisis económicas. Aunque son los más mayores los que más se suicidan.

Otro que tiene peso es el factor socioeconómico: la precariedad, el desempleo, la falta de vivienda o la falta de trabajo pueden ser importantes. Pero también el plano económico tiene consecuencias indirectas. La mayoría de personas tienen que recurrir a psicólogos privados, pero personas de rentas muy bajas, bajas o incluso medias no pueden pagar las consultas privadas.
Hay un ejemplo sobre el plano socioeconómico que es incluso territorial. Lorenzo es de Asturias, la comunidad en la que hay más suicidios. «Mucha gente se piensa que es por el clima pero no ocurre en otras comunidades en las que el clima es muy similar», argumenta. Las mejores explicaciones que encuentra ante este fenómeno son las consecuencias de la crisis económicas, el cierre de las minas y la drogadicción. También que exista un protocolo de prevención desde 2018 pero que no funcione porque «faltan recursos económicos y humanos». «Los factores socioeconómicos son factores de riesgo y políticas sociales que cubran las consecuencias de la crisis económica ayudan. En Asturias cuando se cerraron las minas no se creó más industria», lamenta.
Las desigualdades, la violencia, el acoso y la discriminación son más factores de riesgo
Relacionado esto, Anseán destaca que deberían existir unos factores de protección para luchar contra estos factores de riesgo derivados del sistema. El psicólogo recuerda que España encabeza el consumo mundial lícito de ansiolíticos, hipnóticos y sedantes y está entre los diez países en los que más se consumen antidepresivos. «Una población satisfecha no requeriría de tanta medicación», expone. Añade que vivimos en una «dictadura de la felicidad» en la que parece que «estás enfermo si no eres feliz» pero que la realidad es que la vida no es un «estado de bienestar permanente». Desde este punto de vista hay factores de protección como una vivienda y un trabajo seguro o una sociedad solidaria que pueden hacer mucho para luchar en la prevención del suicidio.
Por otro lado, para Montón es incluso más fundamental que se garantice la igualdad. Los datos del plan de prevención del suicidio se cruzaron con otra «iniciativa pionera» para que desde Atención Primaria detectaran casos de violencia machista. Entonces identificaron casos de mujeres que eran víctimas. «El factor de origen hay veces que está relacionado con la violencia de género o con la discriminación por una orientación sexual. Ante esto hay que apostar por construir sociedades más igualitarias», sostiene.